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El puente romano

El puente romano Cada mañana, justo cuando empiezan a apagarse las luces, entro en el puente, con los cascos puestos, la mirada no sé donde y el pensamiento perdido. Ya me conozco las piedras, una por una, hasta llegar a los 792 metros... Al poner el primer pie en el puente, lo miras y parece infinito, parece que tardarás una inmensidad en terminarlo. Una vez estás dentro te sientes como en las cintas transportadoras del aeropuerto y tan solo te dejas llevar. Y ya solo te queda pensar. Y piensas, piensas mucho, la mayoría de las cosas son chorradas, tonterías; sin embargo otras veces te da tiempo para aclarar tus ideas, para darle vueltas a las cosas que lo necesitan...o simplemente para escuchar lo nuevo o lo viejo que tienes en el mp3, para degustarlo lentamente, palabra por palabra... hasta que de pronto ves que bajo tus pies ya no están las viejas piedras, sino el nuevo y feo asfalto. Y dejas el puente con alegria y nostalgia, como se dejan los trenes que te traen a casa.

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